Las personas buenas nunca deberían sufrir.
A lo largo de lo que llevo de vida he conocido a muchas personas buenas de verdad, personas a las que miras y ves una mirada limpia, unos sentimientos bondadosos por naturaleza, un alma buena o como quieras llamarlo. Estas personas solo merecen lo mejor del mundo, y que absolutamente nada malo les pase. Si estás leyendo esto probablemente seas una de esas personas, porque pocos conocen mi blog. Y tienes que saber que estas personas
me producen una gran admiración.
Lo que quiero decir es que este tipo de bondad debería tener un beneficio, no sé, una buena estrella que les protegiese de las desgracias. Nadie merece desgracias, pero hay veces que te sientes especialmente frustrado ante la injusticia del azar.
Afortunadamente, el hecho de que estas personas sean así hace que nunca estén solas. Hace que los demás, los que admiramos y amamos su forma de ser, nos volquemos en ellos e intentemos por todos los medios cortar la hemorragia, curar la herida, calmar el dolor. Porque ESO es lo que merecen.
No sé si todos los que tengo en mente son de verdad de verdad personas tan extraordinarias o es que yo no soy objetivo y el cariño que siento hacia ellos hace que me duela, pero en cualquier caso no puedo soportar verles mal.
Estas líneas, más que por mí, parecen escritas por un yo pasado, un niño que aún cree que a los buenos sólo les pasan cosas buenas, como en las pelis. Pero bueno, prefiero pensar en cosas bonitas y saber, al menos, que soy afortunado al estar rodeado de gente tan extraordinaria, y que siempre intentaré hacer lo posible por darles lo que merecen, que son cosas buenas.
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