viernes, 30 de agosto de 2013

Buenas noches!

Me voy a dormir, que no puedo más. Literalmente se me cierran los ojos.


Ojalá estuvieras aquí para ahuyentar mis pensamientos.

Leer después de "Marcas la diferencia".

Y si doy gracias por algo a la vida, es porque me ha llevado hasta donde estoy ahora. Y me da la oportunidad de marcar una diferencia, por pequeña que sea, en la tuya.

Marcas la diferencia.

Me escuchas.
Me acuestas y me despiertas con una sonrisa.
Me ayudas a mejorar como persona, como alumno y como ente social.
No sólo me ayudas, sino que haces que quiera ser mejor persona.
Haces que sienta una felicidad pura y plena, como nunca antes había sentido en mi vida.
Tu felicidad supone la mía. (Cause I don't shine if you don't shine).
Me desordenas y me calmas por las mañanas, las tardes y las noches.
Me enseñas el significado del amor y del placer (son sinónimos de tu nombre).
Tu abrazo me inmuniza frente a los pensamientos terroríficos y las pesadillas.

Eres la respuesta a todos mis "y si".

Esta entrada me ha quedado un poco egocéntrica. Pero está hecha para que quede escrita una pequeña parte de esa enorme diferencia que marcas en mi vida. Para que lo recuerdes. Y si se te olvida, puedas mirarlo aquí.

Cada persona es un mundo, ¿verdad? Pues eres la parte vital del mío. El agua. El Sol. El oxígeno. Así que, aunque no sea gran cosa, puedes decir que eres la dueña del mundo. Del mío, al menos.

PD: Cada palabra aquí escrita es totalmente cierta.



domingo, 4 de agosto de 2013

Me gustas.

Cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

Lo he leído en el Face de Bea y no he podido resistirme a dedicárselo a ella, al menos este fragmento.
No sé cómo lo haces.
No sé cómo haces para que cada segundo que estoy sin ti sea un infierno. Un infierno en el que, de vez en cuando, tengo regalos que hacen mi estancia mucho más llevadera: un tuit nuevo tuyo, un whatsapp, una llamada. Escuchar tu voz. Cada palabra, un cubo de agua helada en ese infierno.
Y me apetecía escribir esto, porque ya no sé cómo decirte cuánto te quiero y cuánto te echo de menos.
Y porque no sé cómo lo haces, pero cada día te necesito más. Como los Winchester se necesitan entre ellos, o como ellos necesitan a Bobby y Cas. Bueno, no. Yo a ti te necesito mucho más.