sábado, 9 de febrero de 2013

"Si emociona pensarlo, imagina hacerlo".

Esa es una frase que acabo de leer. La he leído y me ha encantado, porque me ha hecho recordar la época en la que sólo imaginaba. Imaginaba cómo podría ser mi vida en 2012, en 2013. Voy en el autobús de vuelta a casa y supongo que todos nos inspiramos un poco con el efecto hipnótico de una ventana de este transporte público.
Sí, recuerdo, recuerdo cuando me imaginaba cómo sería salir con Esther. Yo ya la conocía, y ya estaba loquito por sus huesos. Me tenía en la palma de su mano. Y muchas veces me sorprendía a mí mismo imaginando cómo serían los paseos nocturnos por Sevilla, o cómo iría conociendo más y más a esa persona que tanto me fascinaba. Y ahora creo que esa frase que da título a esta entrada de mi blog no puede tener más razón.
La realidad supera por mucho a la ficción. Nunca, nunca pude imaginar que se podía sentir las cosas que ella me hace sentir, en todos los sentidos. Es el agua para mi sed, por más que escriba no podría describir lo que siento cuando estoy con ella. Cada día que pasa, con cada gesto, cada sonrisa, cada enfado, cada cosa que descubro sobre ella me enamora un poquito más. Como dije antes, me tiene en la palma de su mano, y sólo puedo esperar que me siga queriendo allí. Que no se canse de aguantarme, lo cual es bastante difícil.
Vaya, pues otra entrada que le dedicó a ella. Pediría perdón por ser tan monotemático, pero no quiero. Se las merece. Todas las que le dedico y más.

Te quiero, Esther.

No hay comentarios:

Publicar un comentario