domingo, 9 de marzo de 2014

Malditos cumpleaños.

Yo calificaría los fines de semana así como perfectos. ¿A qué me refiero con "así"? Digamos que ha tenido puntos clave. Para empezar, y dándole la importancia que merece, he pasado mucho tiempo con Ella. Tiempo privado, tiempo que convertimos en nuestro y sólo nuestro. Tiempo de paseos, de comidas y fiesta con amigos, pero siempre con ese denominativo común que es Su presencia.
Otro punto clave es la presencia filológica en el fin de semana. Joder, si es que es imposible no dejar que te posea el buen rollo (además del ritmo ragatanga) cuando estás rodeado de personas de tal calibre. Todos, y digo todos, aportan su granito de arena (su montaña, en realidad) para hacer de cualquier noche algo legen... wait for it... dary. Y es que como bien dice Barney, no importa lo que hagas en esta vida, no será legendario a menos que tus amigos estén ahí para verlo... y descojonarse de ti o animarte o cantarte cumpleaños feliz ochocientas noventa y siete veces en una misma noche. (Puede que haya añadido algunas palabrejas a esa cita)
Punto clave número 3: a esos dos puntos clave súmales un domingo de tranquileo en casita. Que ese domingo habría sido perfecto, redondeando el fin de semana, si hubiera estado con Ella también, pero eso sería ya avaricia, y pedir demasiado, y todo ese rollo.

En fin, nunca sé cómo terminar mis entradas. Terminaré esta dándole las gracias a filología, por reunirme con tantísimas personas increíbles. Que os quiero mucho a todos, coño.

PD: Los cumpleaños me ponen muy sensible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario